Trastorno depresivo mayor: La enfermedad del siglo XXI

08.04.2020

La depresión como trastorno es una enfermedad que afecta a 300 millones de personas en todo el mundo (OMS, 2020). A pesar de lo que algunas personas puedan creer, la depresión no se trata de una forma de enfocar las situaciones cotidianas que se pueda solucionar con fuerza de voluntad.

Esta relacionada directamente con factores sociales, psicológicos y biológicos, las situaciones vitales adversas pueden incrementar la probabilidad de padecer esta enfermedad.

Cierto es que la depresión es uno de los trastornos más antigüos que se conocen, los griegos se referían a ella como melancolía, pero no fue hasta el siglo XVIII que el británico Sir Richard Blackmore lo rebautizó como depresión.

Sin embargo, es en el siglo XX que la OMS lo desglosa de otros trastornos asociados y en la actualidad podemos comprobar que el nivel de afectación se incrementa hasta tal punto que entre el 8% y el 15% de personas adultas lo sufren a lo largo de su vida siendo, además, la principal causa de discapacidad en todo el mundo.

Por todo ello hay quien la denomina la pandemia del siglo XXI.

TRASTORNOS ASOCIADOS Y FACTORES DE RIESGO

La dificultad para diagnosticar esta enfermedad es que puede coexistir con otros trastornos mentales, tales como trastornos por ansiedad, de la conducta alimentaria, alcoholismo y trastornos de la personalidad.

Además, existen factores que pueden incrementar el riesgo de padecer un trastorno depresivo; antecedentes familiares, experiencia traumática en la infancia, sexo (las mujeres tienen el doble de riesgo), edad y estado civil, lugar de residencia (parece ser más frecuente en zonas urbanas), trabajo ( las personas desempleadas por más de 6 meses tienen 3 veces más riesgo de desarrollar un cuadro depresivo que la población general), enfermedades médicas, consumo de fármacos (como analgésicos, sedantes,...) y el abuso de alcohol.

TRATAMIENTOS

Los tratamientos farmacológicos fueron los primeros en establecerse y son los más utilizados, de modo que marcan la pauta para los nuevos tratamientos.

Referente a los tratamientos psicológicos, hay tres que cuentan con suficientes estudios controlados como para poder afirmar que están bien establecidos.

Son la terapia de conducta, la terapia cognitiva de Beck y la psicoterapia interpersonal de Klerman. Asimismo, estas terapias han mostrado como mínimo una eficacia similar a la de los mejores tratamientos farmacológicos. Es más, se concluye que el tratamiento psicológico debiera ser el tratamiento de elección en la depresión unipolar.

RELACIÓN CON CONTEXTO FORENSE

La depresión en el contexto forense se tiene en cuenta a la hora de tratar la imputabilidad de un hecho.

Una persona adulta es imputable de sus actos cuando sus capacidades tanto cognitivas como respecto a su voluntad no se encuentren alteradas.

La imputabilidad, es un concepto que se halla en el límite entre el derecho y la psiquiatría ya que es el diagnóstico psicopatológico el que permitirá establecer si en el momento de cometer un acto delictivo una persona poseía o no las facultades psíquicas mínimas para ser considerada plenamente consciente y responsable de sus actos (Lingua, Smith y Duero, 2012).

Así, en los casos de trastorno depresivo mayor o en casos de distimia puede que la persona, debido a la hipotimia y a la apatía que presenta, abandone determinadas responsabilidades tales como el cuidado de los hijos.

Si en estos casos el juicio de realidad permanece inalterado se podría contemplar el trastorno como atenuante y si ha perdido el juicio de la realidad, sería inimputable (De Luxan y Osorio, 2013).

Carmen Lázaro Díaz- Psicóloga Judicial y Forense
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